La vida invisible de Addie LaRue by V. E. Schwab

La vida invisible de Addie LaRue by V. E. Schwab

autor:V. E. Schwab [Schwab, V. E.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2020-10-05T16:00:00+00:00


XI

Nueva York

17 de marzo de 2014

Addie se ha despertado de cien maneras distintas.

Con la escarcha formándose en su piel, y bajo un sol tan abrasador que debería haberla achicharrado. En lugares vacíos y en los que deberían haberlo estado. Con los estallidos de la guerra a su alrededor, y el océano meciéndose contra el casco de su barco. Con el sonido de las sirenas, el ruido de la ciudad, y el silencio, y una vez, con una serpiente enroscada en la cabeza.

Pero Henry Strauss la despierta con besos.

Los siembra uno a uno, como bulbos de flor, y los deja brotar en su piel. Addie sonríe, rueda contra él y se envuelve en su cuerpo con sus brazos, como si fueran una capa.

La oscuridad le susurra en el interior de su cabeza: Sin mí siempre estarás sola.

Pero en su lugar, ella oye los latidos de Henry y el suave murmullo de su voz en su pelo cuando le pregunta si tiene hambre.

Es tarde y debería estar en el trabajo, pero él le dice que La Última Palabra cierra los lunes. No sabe que ella recuerda el pequeño cartel de madera y el horario que aparece junto a cada uno de los días de la semana. La librería solo cierra los jueves.

Pero Addie no le lleva la contraria.

Se visten y bajan a la tienda de la esquina, donde Henry compra panecillos de huevo y queso en el mostrador, mientras Addie se dirige a los estantes en busca de zumo.

Y es entonces cuando oye la campana de la puerta.

Es entonces cuando ve una cabellera rojiza y un rostro familiar al tiempo que Robbie entra en la tienda. Es entonces cuando le da un vuelco el corazón, como ocurre cuando alguien se tropieza y pierde el equilibrio.

A Addie se le da bien perder cosas…

Pero no está preparada.

Y quiere detener el tiempo, esconderse, desaparecer.

Pero por una vez, no puede. Robbie ve a Henry, y Henry la ve a ella, y los tres se hallan en un triángulo de calles de un solo sentido. Se sumen en una pantomima de recuerdos, vacío y de muy mala suerte mientras Henry le rodea la cintura con el brazo y Robbie le lanza una mirada gélida y pregunta:

—¿Quién es esta?

—No tiene gracia —le dice Henry—. ¿Sigues borracho?

Robbie retrocede un poco, indignado.

—¿Que si… qué? No. Es la primera vez que veo a esta chica. No me habías contado que habías conocido a alguien.

Es como ver un accidente de tráfico a cámara lenta, y Addie sabía que sucedería: una inevitable colisión de personas, lugares, tiempo y circunstancias.

La existencia de Henry es imposible; Henry es un oasis extraño y maravilloso. Pero también es humano, y los humanos tienen amigos y familia, y un millar de hilos que los atan a otras personas. A diferencia de ella, él siempre ha estado vinculado a los demás, nunca ha existido en el interior de un vacío.

De modo que era inevitable.

Pero sigue sin estar preparada.

—Joder, Rob, si la conociste ayer.

—Estoy bastante seguro de que me acordaría. —Los ojos de Robbie se oscurecen—.



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